Skip to content


SOLAS CON DOS HIJOS

Decidieron ser madres sin pareja. Y no se conformaron con un niño. Desde hace años, reclaman que se las equipare a las familias numerosas. Varias leyes las avalan, pero los políticos no acaban de dar el paso.

«Hola», dice Alba almicrófono de la grabadora mientras Nabila se atraganta entre chapurreos y gominolas, e Ianco, el gato, reclama a maullidos su comida. Hoy es día de colegio, así que las dos pequeñas se han levantado temprano para ir a clase y a la guardería, mientras el felino se ha quedado, por fin, tranquilo en casa. Los sábados son distintos. A primera hora, los tres se encaraman a la cama de su madre, Rosa, que intenta arañar unosminutos de sueño, y entre risas se pelean por ver a quién achucha ella primero. Ianco es, como bromea Rosa, «el único hombre de la casa». Nunca ha habido otro. Porque esta familia a todas luces feliz nació de la voluntad de una única persona, Rosa. De un sueño que tuvo en solitario y por el que luchó también en soledad: el de ser madre. Y por dos veces.

Con sus matices, su historia no difieremucho de la de Marian, Mariluz, Herminia y Macu, las otras mujeres que aparecen en este reportaje, madres todas ellas de dos niños, madres solas y madres, además, por decisión propia. Rosa siempre tuvo claro que quería tener hijos: «Sabía que, llegada a cierta edad y estuviese como estuviese, lo haría. En 2002, después de mucho meditarlo, de despejar todas mis dudas, me dije que era el momento. Tenía estabilidad económica y profesional, una casa… y decidí que no iba a esperar más», cuenta. Y se lanzó. Acudió a una clínica de reproducción asistida, se sometió a una inseminación artificial con donante y, un año después, en 2003, tuvo a Alba entre sus brazos. Desde el principio, además, estaba segura de otra cosa: no se contentaría con un solo niño. Por eso, tras nacer Alba, esperó el tiempo que marca la ley para lanzarse a una adopción. El proceso no fue fácil –no lo es para nadie ymenos para una persona sola– pero, por fin, el pasado mes demayo, Nabila, su pelo rizado y su preciosa sonrisa llegaron, bajo la fórmula de un acogimiento permanente internacional, a España, a Madrid, a esta familia de dos niñas y una madre (y un gato) que «no es ni mejor ni peor que ninguna otra, sólo diferente delmodelo clásico».

Diferente y, además, en alza. En España existen 81.000 madres solas por elección –la mayoría, eso sí, con un solo hijo–, mientras en 2002 sumaban 33.000. Representan un 9,4% de las adopciones internacionales y un 2,7% de los embarazos por técnicas de reproducción asistida que cada año se dan en España. Eso tirando por lo bajo, porque son datos, los que maneja el Instituto de la Mujer, que pertenecen a un estudio de 2007 (Análisis de la monoparentalidad emergente) de la Universidad de Sevilla, centrado en el periodo 2000-2004. El perfil mayoritario de la madre sola y primeriza, según ese estudio, es el de una mujer entre los 35 y los 45 años, soltera, con título universitario, activa laboralmente y con unos ingresos de entre 20.000 y 30.000 euros, que afronta la maternidad con seguridad, con la conciencia de estar capacitada para ello y que «reclama la legitimidad tanto de su decisión como de sus familias».

A efectos legales, sus hogares se cuentan entre el más de medio millón de monoparentales (divorciados, viudos, embarazos en los que no se implica el varón), o más bien debiera decirse monomarentales, pues en más de un 87% están encabezados por una fémina. Pero que estén en el mismo epígrafe no significa que entren en el mismo saco. Mientras que desde 2007 a los viudos y viudas con dos hijos se les considera familia numerosa, el resto se ha quedado fuera. Tanto en la Ley de Presupuestos Generales de 2008 como en las de 2009 y 2010, una disposición adicional instaba al Gobierno a llevar a cabo «las oportunasmodificaciones legales» para que esa medida se extendiese a todas las monoparentales. Nada se hizo entonces. Y este año la historia ha sido más rocambolesca: aunque el pasado noviembre tanto IU como el PSOE (a través del boletín de su grupo parlamentario) anunciaron que habían acordado introducir una enmienda en los Presupuestos que diese al Ejecutivo el plazo de un mes (hasta este febrero) para cumplir lo dispuesto en años anteriores, finalmente el Gobierno no la incluyó en la norma. A fecha de cierre de este reportaje, el PSOE no ha dado explicación alguna sobre este asunto, pero quizá arrojen algo de luz unas declaraciones realizadas hace unos meses por Félix Barajas, subdirector general de Familias del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad: «La actual crisis está haciendo que el Gobierno se replantee si se aplicará
esa medida». Mientras se decide (o no) a hacerlo, estas familias siguen sin las ventajas para conseguir becas, en las tasas educativas, en el transporte, la luz… de los que sí gozan las parejas con tres hijos o más y los viudos con dos.

Mariluz intenta calmar el berrinche de Leo, su hijo pequeño, que reclama su pecho (el mayor, Nicolás, está en el cole), mientras hace una fácil operación matemática: «Si cuentas a cuántos niños toca cada adulto, entramos claramente dentro de las numerosas». En estas tocan, al menos, a uno y medio; en el caso de Mariluz y de Rosa, y en el de otros 152.000 hogares monoparentales, hay dos niños por un solo adulto. Otra postura tienen en la Federación Española de Familias Numerosas: «Estamos a favor de que se les apoye, pero no de acuerdo con esa iniciativa, ni siquiera en el caso de los viudos. Creemos que necesitan ayudas sociales, pero no por el número de hijos que tengan», resume Mercedes Berrendero, su directora de Comunicación.

«Encaramos ciertas dificultades que otros no tienen, y eso deberíatenerse en cuenta. Yo preferiría que nos dieran ayudas como monoparentales, a secas, pero para que se desarrolle una ley específica aún queda mucho. Considerarnos como familias numerosas sería más sencillo», responde Mariluz (Cataluña sí ha ensayado una fórmula en este sentido: desde 2009 existe
un carné de familia monoparental que proporciona apoyo escolar, económico y de vivienda).

Lo que a estasmujeres les duele del tema, sobre todo, es el agravio comparativo. «Creo que, aunque ellos no sean conscientes, mis hijos están siendo perjudicados. Deberían ser considerados igual en todos los casos, sean viudos sus padres o no», sostiene Herminia, madre de Eduardo y Hana, dos niños adoptados. «Desde luego, esta es una reivindicación importante para nosotros, pero ha habido diferentes circunstancias, de todo tipo, que no han hecho posible que saliera adelante hasta ahora. Desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad vamos a trabajar para que se lleve a cabo. Es justo y es nuestro deber», asegura Laura Seara, directora del Instituto de la Mujer, que destaca además la labor de la Administración en apoyo de los hogaresmonoparentales, especialmente aquellos en riesgo de exclusión. En el mismo sentido, Octavio Granado, Secretario de Estado para la Seguridad Social, dijo hace unos meses que las ayudas familiares para situaciones de necesidad económica «han beneficiado especialmente» a este modelo.

La cuestión es que puede que no sólo quienes estén tocando fondo necesiten algo de apoyo. En casa de Rosa no parece faltar nada, pero ella tiene que hacer sus cábalas para llegar a fin de mes. El sueldo de Herminia se queda a la mitad después de pagar la hipoteca y, a pesar de que tiene que levantarse cada día a las cinco y media de la mañana, nunca soñó siquiera con reducir su jornada, porque es económicamente inviable. A Marian, madre de Miguel y Pablo, le vendrían muy bien los puntos que se les da a las numerosas para acceder a un colegio, porque la logística de una madre con dos niños es bastante complicada. Y así, tantas otras. «A veces me han dicho: ‘Tú lo has elegido’. Y es cierto. Yo he ido a por los niños sola y sin contar con ayuda, y lo haría otra vez, pero también es verdad que hoy prácticamente todo el mundo que tiene hijos lo ha escogido; ahí estamos igual», argumenta Marian.

También lo decidió Inmaculada, Macu. A los 33 años, hace seis, reunió a sus amigas para anunciarles que iba a intentar quedarse embarazada. Ella sola, en una clínica. Salvo por las primeras reticencias de su madre, en ningún momento, ni entonces ni cuando 18 meses después nació Maria, ni cuando hace año y medio tuvo a Sebastià, el segundo, ha notado directamente rechazo, quizá algún silencio, pero nada más. Tampoco el resto de madres, aunque sí han escuchado alguna frase poco oportuna («¿Te lo has pensado bien?», «Si quieres darte el capricho…») y alguna exclamación de sorpresa. Pero, en general, sus hogares son visibles y están aceptados. La ley y las políticas sociales, sin embargo, puede que estén unos pasos por detrás. «Ante ellas, simplemente no existimos. Me siento discriminada», se queja Rosa. Así se siente, entre otras cosas, porque para estas mujeres, según en qué comunidad autónoma estén y delante de qué médico, puede ser complicado lograr una reproducción asistida en la Sanidad pública o a una adopción. Y porque aunque en 2008, por primera vez, una ley instó al Gobierno a equiparar a las numerosas a familias como las suyas, hoy, tres años después, siguen esperando su respuesta.

ROSA MAESTRO. 46 AÑOS. DOS HIJAS: ALBA, SIETE AÑOS. NABILA, DOS AÑOS Y MEDIO.
«¿Sabes que mi papá es un señormuy generoso que le dejó una semillita a mi mamá?» Eso fue lo que Alba le dijo hace tiempo a una pasajera del avión en el que viajaba con Rosa, sumadre. Así, sin que nadie le preguntara. Con toda la naturalidad delmundo. Hoy, a sus siete años, Alba, nacida de una inseminación, ya sabe qué es un donante. Y a sus dos años ymedio, su hermana Nabila, que llegó hace sólo siete meses a España a través de un acogimiento permanente internacional, sabe, por fin, lo que es una familia. Para ella, hasta entonces, sólo existían cuidadores. Hoy Alba y Nabila ríen y juegan y se pelean y vuelven a reír mientras su madre cuenta cómo estuvo tres años meditando su decisión de ser madre sin pareja, cómo acudió a un
psicólogo, cómo llegó a la conclusión de que más que la figura de un padre, lo que un niño (o dos) necesita es cariño, calor y amor… Nunca se ha arrepentido de su decisión: «Ni en las 17 horas de parto ni en la depresión de después ni cuando no podía dormir por dar el pecho». Tampoco cuando probó suerte en un acogimiento nacional y le dijeron que estaba peor preparada que una pareja para cuidar de un niño pequeño, aunque sí podía optar a uno con espina bífida o Down… Nunca, tampoco, se ha sentido sola: «Cuando decides algo así en solitario tienes que ser consciente de que lo afrontas en soledad y que así debes disfrutarlo». Al principio, cuando nació Alba, a Rosa, periodista en un gabinete de prensa y fundadora de la web www.masola.org (destinada a familias como la suya), le reventaba que la llamasen valiente. «Valientes –dice– son esas mujeres que se quedan solas sin haberlo decidido, y que con un sueldomiserable sacan adelante a sus hijos.» Ella quizá lo es también, en cierta forma, «pero no por ser madre soltera, sino por tener un sueño y cumplirlo, pese a lo que piensen los demás y haciendo caso omiso de la sociedad, sus costumbres y elmodelo de familia establecido».

HERMINIA SERRANO. 47 AÑOS. DOS HIJOS: EDUARDO, 14 AÑOS. HANA, NUEVE.
Cuando vio a Eduardo, Herminia tocó la Luna: «Ponerle voz, ojos… Es tierno, emotivo… muy bonito. Adoptar niños con una edad tiene sus contras, pero también sus pros. ¡Claro que la primera conversación cuesta! Él me miraba con sus ojitos, y sabía que iba a ser su mamá, pero al fin y al cabo, quién era yo… Y hablamos de fútbol. El fútbol nos unió». Herminia tardó tres años ymedio desde que rellenó el primer papel hasta que Eduardo llegó a España, desde Honduras, hecho ya un chaval de cinco. Tres años ymedio de una espera matadora, de incertidumbre y de sueños, a veces de rabia e impotencia. La de la segunda, Hana, fue más corta, año ymedio, y menos dura, porque él ya estaba aquí. Ella llegó desde Etiopía con seis años, aunque conmenos carencias que Eduardo, que pasó mucho tiempo en un orfanato y tiene problemas de logopedia, inseguridad… Pero, a los obstáculos, como sentencia Herminia, lo mejor es darles la vuelta, con las herramientas que tenga cada uno. Ella es práctica, y decidida. Así defiende esa familia que ha creado «desde el corazón, el cariño y el compromiso. Es un modelo
diferente, sí, pero estable. Quizá habrá carencias, pero también cosas que sean más ricas, tal vez esa misma estabilidad». Eso y una ilusión que se mantiene intacta a pesar de que deba levantarse todas las mañanas a las cinco ymedia en su casa de Vitoria, cruzar un puerto de carretera que queda cerrado con los primeros copos y estar de vuelta antes de que Hana salga del colegio. Con semejante horario, no es extraño que para cuando los chicos se van a la cama, pasadas las 10 de la noche, ella esté rendida.

MARIAN GONZÁLEZ. 44 AÑOS. DOS HIJOS: MIGUEL, CINCO AÑOS. PABLO, CASI TRES.
A las cinco de la tarde, Marian va a buscar aMiguel al colegio, que queda cerca de su oficina en el Banco de España, donde trabaja como informática de Indra. Él aparece como una flecha, con los patines puestos, y cuesta un rato convencerle de que se los quite. A ella se la ve feliz: sus ojos, su boca, tienden a la risa. Viendo a Miguel y a su hermano pequeño, Pablo, no es difícil suponer por qué. A Miguel ella lo conoció cuando tenía una semana de vida. Llegaron los dos a la vez al orfanato y, aun sin verlo, dijo: «Sí, adelante». Seis meses después, estaban ya juntos en su casa de Boadilla delMonte (Madrid). Y juntos acudieron, hace dos años y pico, a por Pablo, el pequeño, al orfanato. Los dos, dice Marian, viven con naturalidad que su familia no sea de lo más común, aunque con alguna confusión inocente que, poco a poco, con afecto, cuentos y conversaciones, se va solucionando: cuando fueron a buscar a Pablo, Miguel creía, según cuenta su madre entre risas, que todos los niños venían de los orfanatos… Y Pablo, que ve que a todos los hombres que aparecen en su guardería alguien los llama papá, se piensa que una cosa es sinónima de la otra, y él también los llama así a todos. «El tema de la figura paterna me hizo reflexionarmucho, pero siempre ha habido familias monoparentales… Creo que teniéndolo claro y con cariño, se consiguen muchas cosas –dice–. Pienso que, con estos dos niños alegres, me ha tocado algo más que la lotería.»

MARILUZ VÁZQUEZ. 39AÑOS. DOS HIJOS: NICOLÁS,TRES AÑOS Y MEDIO. LEO, TRES MESES.
Cuando, con 35 años, Mariluz acudió a una clínica de reproducción asistida y dijo que quería tener sola un niño, el ginecólogo respondió: «Hombre, si yo fuera tu hermana, te diría que buscaras pareja». No lo hizo. «Si ya estás ahí, es que le has dado todas las vueltas, y no necesitas que alguien que no te conoce te diga eso. Llevaba ya seis años pensándolo», cuenta ella. Cambió de centro y, hace tres años ymedio, nació Nicolás. Ahora, en su casa de Alcalá de Henares, aMariluz se le nota aún cierta curva a la altura del ombligo, porque hace sólo tres meses que nació Leo, el pequeño, también por inseminación. Mariluz es enfermera, y preguntó en su hospital, el Gregorio Marañón, de titularidad pública, si ahí podría hacerse el tratamiento. La respuesta fue negativa, aunque ella, que pertenece a la Asociación Madres Solteras por Elección (madressolterasporeleccion.com), dice que en otras comunidades es más fácil. Aún está de baja maternal, pero cuando vuelva al trabajo piensa hacer lo mismo que cuando sólo estaba Nico y no este bebé que acaba de dejar la siesta con ojillos de sueño y hambre de pecho: ella trabaja por las noches, una sí y otra no, así que cuando esté fuera, los abuelos se ocuparán de los niños. Por la mañana, a la guarde o al cole, y las tardes las pasarán juntos. «En cuanto a la organización, la economía, la conciliación… es lógicamente más complicado para nosotras que para una pareja. Pero creo que las dificultades son similares. Quizá tenemos más trabajo ymás sueño, pero merece la pena, eso seguro.»

Inmaculada Barceló
41AÑOS.DOS HIJOS: MARIA,CINCOAÑOS.SEBASTIÀ,AÑOYMEDIO.
Dos embarazos, dos abortos, cuatro inseminaciones, seis fecundaciones in vitro, 27 meses de tratamientos y pequeños descansos obligados, 40.000 euros… y el desgaste psicológico que toda esa espera conlleva. Es lo que le ha costado a Inmaculada, Macu, compartir su vida en Palma de Mallorca con una pequeña risueña y cariñosa, Maria, y su hermano, Sebastià, un bebé al que Maria cuida y ayuda a bañar como haría cualquier niña con su muñeco. Todo, por «una vocación que te supera», la de sermadre. Macu, hija del cofundador de Viajes Barceló, estuvo casada, se divorció y hasta anuló su matrimonio por la Iglesia. Y si alguien le hubiera dicho entonces que tendría a sus hijos de esta manera, no lo hubiera creído. Pero llegó el momento, y no quiso esperar más. A su madre, aunque hoy se desviva por sus nietos, aquello le parecía contranatura y le repetía: «por favor, no lo hagas». Ahora quiere contar en un libro su experiencia: «Este es un modelo distinto, y quizá asusta o descoloca. No nos quedamos embarazadas por un descuido; son niños muy deseados y decisiones muy meditadas. Hay mujeres que quieren ser madres, pero de repente han llegado a los 40 y no pueden. Esta es una manera de decirles que es posible, que sale bien, que el peor enemigo es una misma, el miedo a estar sola, a que tus padres te giren la cara…»

Publicado en YO DONA, el 29 de enero de 2011

Posted in Yo Dona.

Tagged with .


0 Responses

Stay in touch with the conversation, subscribe to the RSS feed for comments on this post.



Some HTML is OK

or, reply to this post via trackback.