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Decapitados, crucificados, electrocutados… y otras tres formas de morir ejecutados

21 de mayo de 2013. Cinco yemeníes, condenados a muerte por robo a mano armada, mueren ejecutados en la ciudad de Jizan (Arabia Saudí) según un rito ancestral: fueron decapitados a espada por verdugos ‘expertos’, más tarde se cosió su cabeza al tronco y sus cuerpos fueron crucificados frente a la universidad para, así expuestos, servir de ‘ejemplo’. El relato lo hace Carlos Heras, responsable de la campaña contra la pena de muerte en España de Amnistía Internacional (AI), y da cuenta de lo macabro de los datos que aporta el último informe de esta ONG sobre el tema.

AI se opone a todos los métodos de ejecución, sin distinciones. En las 778 condenas a muerte llevadas a cabo en todo el mundo en 2013 (un 14% más que el año previo) se utilizaron cinco sistemas: decapitación (con crucifixión posterior en ocasiones, en Arabia Saudí), electrocución, inyección letal, fusilamiento y ahorcamiento. No ha habido constancia de lapidaciones, aunque desde AI señalan que se ha tenido noticia de alguna, pero extrajudicial, realizada por grupos armados en países como Afganistán. Uno de los pocos estados cuyo sistema legal aún contempla este sistema, Irán, está reformando su Código Penal, y parece que la lapidación va a desaparecer de él.

Sin embargo, aunque pueda parecer que existe un grado mayor o menor de crueldad entre todas estas barbaries, Heras cita un ejemplo que puede contribuir a desechar esa idea. En el muy ‘civilizado’ Estados Unidos (el único país de América que ejecutó), este enero se acabó con la vida de Dennis McGuire tras una agonía de entre 10 y 25 minutos, con jadeos y estertores. En 2010, el fabricante estadounidense de tiopental sódico (pentobarbital), uno de los tres componentes habituales de la inyección letal, dejó de suministrarlo, y en 2011 la UE prohibió su exportación para ejecuciones. A finales de 2013, varios estados se quedaron sin reservas, y el de Ohio decidió probar con McGuire un nuevo compuesto, con los resultados descritos, lo que abrió un debate sobre la “humanidad” de este método de ejecución. En EEUU, por cierto, hubo en 2013 tres exoneraciones a título póstumo.

Más allá de estas disquisiciones, están los abrumadores datos. En 2013 hubo ejecuciones todos los días del año, hasta 778 en 22 países, con 1.957 condenas en 57. El ránking de muertes lo lideran Irán, con un mínimo de 369 (reconocidas), Irak (169), Arabia Saudí (79), EEUU (39) y, por encima de todos ellos, China: AI no da cifras exactas desde 2009 porque en este país las ejecuciones se consideran secreto de Estado, y hacerlas públicas “pondría en peligro la seguridad” de sus fuentes. Asegura esta organización, sin embargo, que suman millares, y en cualquier caso se trata de una cifra superior a la del resto del mundo.

Más datos: al finalizar el año, una condena a muerte pendía sobre 23.392 personas, entre ellas, el español Pablo Ibar, que aguarda el resultado de su apelación ante el Tribunal Supremo de Florida. En el planeta hay 98 países abolicionistas para todos los delitos, siete para los delitos comunes y 35 en la práctica (no han llevado a cabo una ejecución en una década). Es decir, existen 140 países que no contemplan la pena de muerte en su legislación o en la práctica en los últimos diez años, frente a 58 que la incluyen para delitos ‘comunes’, entre los que se cuenta el adulterio (Arabia Saudí), la blasfemia (Pakistán), los delitos económicos (China, por ejemplo), la violación (Emiratos, entre otros), robo con agravantes (como en el caso de los ‘crucificados’ en Arabia Saudí) y delitos contra el Estado, entre los que cabe la ‘enemistad con Dios’ (moharebeh, en Irán).

En algunos casos no se ha devuelto a la familia el cuerpo. En otros, las ejecuciones han sido públicas. Ha habido ejemplos de ejecutados por delitos cometidos siendo, presuntamente, menores. Además, “en la mayoría de países, la pena de muerte se impuso por procedimientos judiciales que no cumplieron las normas internacionales sobre juicios justos. […] En varios las condenas estuvieron basadas en ‘confesiones’ obtenidas posiblemente por medio de la tortura o los malos tratos”, detalla el informe.

A pesar de ello, “la tendencia hacia la abolición se mantiene firme”, apunta el texto, aunque Carlos Heras matiza que “las cifras de 2013 no nos permiten mirar al futuro con optimismo. La pena de muerte se lleva a cabo en menos países, pero cada vez se dan más ejecuciones en ellos”. En marzo, por ejemplo, en Egipto, se condenó a muerte en un mismo juicio a 528 personas.A finales de mes llegará la sentencia formal.

Publicado el 19 de abril de 2014 en El Confidencial.

Posted in El Confidencial, Internacional, Sociedad.

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